Basílica Nuestra Señora del Socorro – Parroquia Madre Admirable

El Señor de los Milagros

Presente en nuestra Basílica desde 1803

Oración al Señor de los Milagros

Señor Jesús : Tú que calmaste las tempestades, danos la paz;

Tú que curaste a los enfermos, danos la salud;

Tú que resucitaste a los muertos, danos la resurrección;

Tú que expulsaste a los espíritus impuros, libéranos del mal;

Tú que multiplicaste los panes y los peces, sacia nuestra hambre;

Tú que diste una pesca abundante a tus discípulos, haznos pescadores de hombres;

Tú que cambiaste el agua en vino en Caná, acrecienta el amor entre los esposos;

Señor de los Milagros, ten misericordia de nosotros y muéstranos tu amor.

Amén

Letanías al Señor de los Milagros

Adoramos al crucificado que abraza todas las cruces y sufrimientos de todos los hombres. A cada aclamación se responde

                     Ten piedad de nosotros

Tú que aceptaste libremente la muerte y una muerte de Cruz

Tú que fuiste condenado injustamente

Tú que fuiste insultado y herido

Tú que fuiste coronado de espinas

Tú que fuiste clavado en la Cruz

Tú a quien el padre hizo maldición y pecado a causa de nosotros

Tú que pediste el perdón para los que te condenaban

Tú que en la cruz te mostraste sediento de nuestro amor

Tú que prometiste el Paraíso al buen ladrón

Tú que desde la Cruz nos diste Madre por Madre

Tú que diste cumplimiento a las Escrituras

Tú que te abandonaste en los brazos del Padre

Tú que te ofreciste por amor a nosotros

Tú que por la Cruz redimiste al mundo

Tú que en la Cruz fuiste obediente a la voluntad del Padre

Tú que en la Cruz abriste la fuente del agua viva

Tú que desde la Cruz iluminas al mundo entero

Tú que desde la Cruz atraes a todos hacia Ti

Tú que por la Cruz asumiste nuestra condición pecadora hasta el extremo

Tú que fuiste descendido de la Cruz para descender a los infiernos

Tú que por la Cruz fuiste glorificado

Tú que en la Cruz nos enseñaste el camino del amor

Tú que por la Cruz nos das una esperanza cierta

Tú que desde la Cruz iluminas todas nuestras dificultades

Tú que desde la Cruz nos sostienes en nuestras pruebas

Tú que por la Cruz haces nuevas todas las cosas

Señor de los Milagros

 

Historia del Señor de los Milagros

El inicio de la devoción

Los inicios de la devoción al Señor de los Milagros se remontan a fines del siglo XVIII. Los esposos Estanislao Rivero y Añorca Basualdo, que vivían entonces en las inmediaciones de la intersección de la actual calle Cerrito y Avenida Santa Fe, recibieron la visita de un vendedor ambulante venido del noreste argentino, que, entre tantos objetos, portaba una imagen de Jesús de Cristo en Cruz cuyo estilo refiere a las imágenes de las misiones jesuíticas de esa época.

La señora Basualdo se deslumbró con la imagen y le pidió a su esposo que la comprara. Este se negó varias veces bajo el pretexto de los escasos medios que tenían para vivir (vivían en las afueras de la ciudad en un caserío de madera y paja). El vendedor conmovido por la insistencia de la Señora y se los vendió por 20 reales de plata y algún objeto que la familia Rivero tuviera en su hogar para darles a cambio. Viendo que los Rivero no llegaban a juntar esa suma, el comerciante les dijo que se quedaran tranquilos ya que los vecinos completarían lo que faltase.

La sagrada imagen fue colocada en un nicho arreglado con chala, dentro de la vivienda del matrimonio y a él comenzaron a acudir los lugareños, que habían colaborado con la compra del Cristo, a rezar el Santo Rosario y el Via Crucis, a hacer Adoración de la Cruz, o simplemente a rezar, a implorar sus gracias y a encomendarse al Señor venerando su Sagrada Imagen.

El culto se va extendiendo a la ciudad y aún más allá de la misma, por lo que los esposos Rivero deciden destinar las ofrendas que los fieles van acercando y dedicando a Cristo (velas, adornos, trigo, etc.) a la compra de un terreno lindante y – con la colaboración de los vecinos – construyen un pequeño Oratorio cuyo emplazamiento es recordado hoy por una gran placa colocada en la intersección de las Avenidas Santa Fe y 9 de Julio.

El milagro

La tradición refiere que cierto día un individuo, cuyo nombre no se ha registrado, alfigido por la pérdida de una importante suma de dinero, se acercó a la pequeña capilla para rezar, ofreciendo al Señor : Si me ayudas a encontrar lo que he perdido, mandaré rezar por ti una Misa. Así fue que, a poco de haber dejado el oratorio dio con el dinero, por lo que, lleno de alegría, regresó inmediatamente a dar gracias gritando : ¡Milagro! ¡Milagro! Y agregando : desde hoy te bautizo con el nombre de Señor de los Milagros. Poco después se supo de la curación de un enfermo que había invocado la protección del Señor de los Milagros.

La noticia se expandió por la ciudad sino llegando a los pueblos cercanos con lo que la capilla era visitada diariamente por decenas de peregrinos que dejaban limosnas a los Basualdo. Hay muy poca literatura respecto a esto debido a la humildad de los poseedores de la imagen. Lo pequeño del Oratorio de los esposos Rivero no correspondía con la gran devoción que despertaba la Divina Imagen y las grandes cantidades de fieles que concurrían al lugar para rezar. Sin embargo no hay registro de una intervención de la autoridad eclesiástica para estudiar y eventualmente autorizar el culto.

Su patronato y su culto en el Socorro

El Pbro. Dr. Manuel Ochagavía, cuarto párroco del Socorro, percibiendo la importancia de la devoción, y con la autorización del Obispo Lué y Riega propuso a los esposos Rivero trasladar la imagen a la vecina Iglesia del Socorro, convertida en Parroquia unos 20 años antes. La mayoría de los registros señalan este traslado en solemne procesión, el 14 de septiembre de 1803. En la pequeña Iglesia Parroquial se dispuso de un lugar en un altar lateral, “atendido” por turnos por fieles de la comunidad, entre los que se encontraba, Juana Rodriguez, nieta de Alejandro del Valle, que había donado las tierras para la construcción del templo. La fecha fue muy importante ya que a partir de 1831 ese día se comenzó a celebrar, cada año, la fiesta del Señor de los Milagros, lo que perdura hasta hoy inclusive. La devoción siguió creciendo y para edificar la piedad de los fieles, se la enriqueció con la composición de Devocionarios, Novenas, Oraciones,  Triduos, y otros textos, muchos de los cuales se conservan todavía.

En 1848 fue nombrado párroco el Presbítero Francisso Villar, que, viendo la inmensa feligresía que acudía a la iglesia, emprendió las obras de un nuevo templo, reedificando el existente, que se extendía desde las actuales puertas de acceso hasta la tercera arcada interior y que contenía solamente cuatro altares, el Mayor, dos laterales y el del Señor de los Milagros. Se lo extendió para comprender lo que hoy es el crucero. La inauguración ocurrió en febrero de 1855.

El crecimiento de la Comunidad Parroquial en torno a la devoción al Señor de los Milagros y – aunque menor – a la patrona Nuestra Señora del Socorro, dio ocasión a Su Santidad Pio IX para expedir, el 7 de abril de 1855, un Breve en el que instituyó la fiesta canónica del Señor de los Milagros el día 14 de septiembre o el domingo inmediato, a juicio de la autoridad eclesiástica. Y para darle mayor solemnidad, agregó dos días de fiesta : uno dedicado a Nuestra Señora del Socorro y otro al Santísimo Sacramento. El Obispo local, Mariano José de Escalada Bustillo y Zeballos, puso el correspondiente “exequatur” el 18 de agosto del mismo año con lo que quedaron definitivamente instituidas las fiestas.

En 1871 fue nombrado párroco el Canónico Honorario, José Apolinario de Casas. Durante sus 61 años de ministerio realizó grandes obras, pastorales y materiales, entre ellas (el 1 de julio de 1871) un nuevo altar para la dignificación del culto al Señor de los Milagros, al costado del Altar Mayor; en 1889 se confeccionó, con ex votos y piedras preciosas donadas por los fieles, una peana de plata para las fiestas solemnes.

En 1896 se consagró el Templo Parroquial y el 12 de febrero de 1898 Su Santidad León XIII le concede el titulo de Basílica Menor, la primera en toda la Argentina. En esa ocasión fueron trasladados a la nueva Basílica las reliquias de Santa Constancia Virgen y Mártir, martirizada en el año 69 durante las brutales persecuciones del emperador Nerón, reliquia de inestimable valor histórico y religioso enviada especialmente desde Roma, depositadas en una vitrina lateral. También fueron dispuestas las insignias propias de la Basílica pero es notable que en el correspondiente “tintinábulo” (imagen) esté representado el Señor de los Milagros en lugar de Nuestra Señora del Socorro, titular del templo.

La coronación del Sagrado Cristo fue ordenada por el mismo León XIII con un “Breve” del 27 de marzo de 1903, a los cien años de su traslado al templo parroquial, concediendo en esa ocasión numerosas indulgencias a los fieles.

La coronación se llevó a cabo el 13 de septiembre de 1903, con ocasión de lo cual se realizó una procesión desde la Catedral Metropolitana en la que participaron numerosos obispos y unos 50,000 fieles. El acta original se conserva en la sacristía de la parroquia y se grabó en una placa de mármol que se conserva en la Capilla del Señor de los Milagros.

Numerosas comunidades de la ciudad y aún de más allá realizaron peregrinaciones para expresar su devoción.

En 1942 se compra una propiedad contigua al templo sobre la calle Suipacha, para la nueva sacristía, aulas y salones para las obras sociales, que luego serían ocupadas por el Colegio Parroquial. Una vez más el templo se amplía en el año 1944, y se erigió el altar en el que los fieles hoy veneran la Sagrada Imagen del Señor de los Milagros y adoran al Señor presente en el Santísimo Sacramento.

La devoción al Señor de los Milagros ha dado lugar – a lo largo de todos estos años – a una rica espiritualidad que el pueblo fiel ha cultivado, y que los pastores han cuidado y enriquecido. Una espiritualidad que tiene acentos particulares y que ha dado fruto en obras concretas. Podría sintetizarse en tres aspectos. El primero es de atracción. Es notable la devoción de los fieles, la sed que despierta  de adoración, de expresión de afecto, de culto. Edifica celebrar la Misa en su altar los días 14 de cada mes, ver cómo se completan los cuadernos en los que los fieles anotan sus intenciones de oración, las velas que encienden en su altar, etc.. Atracción que se expresa como adhesión a la Iglesia, como afecto a la persona del Santo Padre y obediencia al magisterio pontificio. El segundo aspecto ligado a la devoción al Señor de los Milagros es el de transformación. La devoción al Señor de los Milagros es fuente de renovación espiritual, de consuelo en las tristezas, de conversión. La Basílica del Socorro es un lugar en el que los fieles, desde hace muchos años, suelen encontrar sacerdotes disponibles para el Sacramento de la Reconciliación, Sacramento se ha enriquecido con las indulgencias que los Sumos Pontífices han concedido y que recientemente se han renovado. Finalmente podría decirse que la espiritualidad que brota de la devoción al Señor de los Milagros es apostólica, es decir, se abre al prójimo, a la sociedad, al mundo. Importantes obras de caridad han sido un distintivo a lo largo de la vida de la comunidad (escuela para niños, asistencia a los sin techo a través de la fundación de Caritas primero y del Hogar Monseñor Albisetti después). Pero además ha habido una traducción de la devoción en el anuncio del mensaje evangélico : la catequesis a los niños, las misiones populares (años 50 y 60), la pastoral matrimonial y familiar, la pastoral juvenil, etc.. Todo esto es vivido por una comunidad bien cohesionada, unida, en la que no se encuentran divisiones, en la que se vive, celebra, anuncia y sirve como un solo Cuerpo y se trabaja en comunión a través de numerosos equipos que actúan en las distintas áreas.

Esta espiritualidad se ha plasmado en una rica tradición devocional que se ha desarrollado a lo largo de casi dos siglos y medio y se ha plasmado en devocionarios, novenas, oraciones, e incluso en la arquitectura de la Capilla dedicada al Señor de los Milagros en la Basílica – Templo Parroquial.

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